lunes, 20 de septiembre de 2010

Hiems

Podía sentir como la circulación de mis dedos disminuía, conforme la noche avanzaba, por algún extraño motivo la madre naturaleza había decidido que era tiempo de enviar un invierno realmente cruel, cosa que no me molestaba ya que me la pasaba la mayor parte del año pensando en esta época, no es que esperara las festividades navideñas con ansias, pero si el frío, las nubes, la despedida de la sed incontrolable que tenia de agua en tiempos de verano.

Nunca había visto que nevara, era algo tan precioso, tan único, hacia ya un par de semanas que me había cambiado a mi habitación, esta tenia una ventana la cual estaba cubierta de una fina capa de nieve, como desearía que siempre fuera invierno...

-toc toc toc- sonó mi puerta con golpecillos tan débiles que dude que alguien estuviera tocando.

Levante la cabeza, como si eso me ayudara a saber si alguien tocaba, la puerta estaba cerrada, evidentemente no iba a ver nada.

-Hope, despierta, ya es tarde- estas palabras, me sonaron realmente extrañas, Alina despertándome, pero si yo siempre me levantaba temprano.

Saque mi cuerpo rápidamente de la cama, me estire lo mas que pude, me alise el cabello, tome un abrigo, unas botas para frío y una delgada bufanda, salí corriendo de mi cuarto, vaya que tenia hambre, incluso el cereal no me parecía tan desagradable, aunque pensándolo bien un panecillo me paresia mejor.

El celular en mi bolsa vibro, Alberto, decía la pantalla del móvil, oí susurrar a mi hermana algo parecido a “esto no puede ser” conteste el telefono

-Preciosa, ¿gustas que pase por ti?- alegaba mi nuevo amigo

-Vaya pero parece que la costumbre de decir “hola” se ha perdido- conteste intentando hacer su acento, aunque sonó mas como si tuviera problemas nasales, pero aun así el se río.

-Hola- susurro.

-jajaja, esta bien, pasa por mi-dije con tono de resignación en la voz

-Genial, no tardo- y la llamada se corto.

-Admítelo- dijo Alina desde el fregadero

-Admitir que?- rezongue

-Pues que el te gusta- ya había escuchado esto antes, así que no me tomo por sorpresa

-No por que sea hombre quiere decir que a mi me guste- dije utilizando la lógica de el asunto, al mismo tiempo terminaba mi panecillo de zanahoria.

El timbre sonó en ese instante, tome mi bolso y salí corriendo de la cocina en dirección a la puerta, -que te vaya bien Al- me despedí de mi molestia personal.

-Cuídate- Alina siempre me decía eso cuando me iba a la escuela en especial cuando Alberto pasaba por mi, intentando ponerle doble sentido a su sugerencia levantando una de sus finas cejas en mi direccion, ja como si eso me diera miedo, bueno en realidad solo un poco.

Un capuccino de moka caliente me esperaba al abrir la puerta

-Buenos dias, preciosa- saludo Alberto, castañeando los dientes por el frio.

El camino a la escuela fue bastante incomodo, ninguno de los dos hablaba, cosa que era muy raro ya que normalmente parecíamos dos pericos, hablábamos de mil cosas, normalmente nos reíamos de cómo lo trate cuando nos conocimos, pero hoy no, tal vez se debía a que ya no faltaba mucho para que las clases terminaran de hecho solo era esa semana y tendríamos vacaciones de navidad, las cuales eran muy cortas solo dos semanas y de regreso a la escuela y lo peor de todo era que la primavera no tardaría en hacer su aparición y con ella las primeras lluvias, las cuales solían ser de verdad un fastidio, y ahora con toda esta nieve seguro que seria peor, me estremecí al imaginarme tratando de cruzar el parque inundado por la nieve derretida.

-Tienes frío, green- pregunto en tono de burla mi compañero

-Claro que no- le dijo soltándole un codazo en las costillas, el por supuesto exagero mi pequeño golpe y se dejo caer en la nieve, en menos de un segundo yo también me encontraba ahí, con mi cabello negro haciendo contraste con la blanca nieve, imagine como me vería en la nieve, un par de ojos verdes y una manta de pelo negro.

-Vaya Hope, pareces un muerto, de verdad espeluznante- se burlo el tonto de mi amigo, el siempre hacia bromas sobre mi aspecto, me tendió la mano y seguimos caminando, mientras me sacudía toda esa nieve del cuerpo, ahora realmente tenia frío.

No paso mucho tiempo antes de que llegáramos a nuestro destino, como siempre y de costumbre, tarde, Celeste nos alcanzo corriendo, Alberto tomo mi mano y así caminamos al salón, no me molesto este hecho aunque estoy segura que a mis compañeros les parecería bastante entretenido, al entrar al aula y tomar nuestro asiento, me jalo hacia el deposito sus gruesos y rojizos labios sobre mi mejilla, no volví a tener cordura a partir de ese momento...

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