
Sentí un ligero golpe en mi hombro y automáticamente me gire
-Hola, Hope- me saludo Celeste, notando mi nerviosismo inmediatamente
-Hola- logre murmurar
-No tengas miedo, estoy segura que vamos a ganar- se mofo mi ilusa amiga
-Hola chicas- saludaban Eliza y Alma otras integrantes de nuestro equipo
Caminamos las cuatro juntas hacia el patio trasero de la escuela, el altavoz hacia la segunda llamada para iniciar los juegos.
Mi equipo estaba completo y tomamos la posición que la prefecta Camil nos había asignado del otro lado de la cancha de tenis, en la cual se encontraba Alberto junto con Sebastian, Carlo y su cuarto integrante al cual desconocía, cursaba el ultimo semestre de preparatoria y técnicamente era nuevo ya que el según me había contado Celeste antes de pertenecer a esta institución era parte de un colegio católico o algo así.
En el altavoz se escucho la tercera y ultima llamada, a continuación nos anunciaron, nuestro equipo curiosamente se llamaba “las osas de J.k” pude sentir como mis ojos se ponían en blanco al escuchar ese bobo nombre, mientras que a nuestros oponentes los anunciaban como “doctus J.K” que era algo así como sabios o no se, vaya presuntuosos que eran estos chicos.
Me saque el chaleco de un solo tiron y subí mis mangas simbólicamente como un rito de guerra o algo similar, Alberto me miraba con desden, como si fuera uno de esos psíquicos que supiera que yo efectivamente iba a caer.
El altavoz comenzaba a dar las instrucciones de los tres juegos que llevaríamos a cabo para ganar los boletos del baile, simultáneamente la prefecta Camil hacia la rifa de los capitanes y para mi mala suerte yo era capitana y Alberto curiosamente también.
El primer juego constaba de relevos, llevando como relevo una esfera de cristal mas delgado que el de una bombilla, correríamos en zigzag por la pista de atletismo haciendo cada determinado tiempo el relevo con otro integrante del equipo hasta llegar nuevamente a la cancha de tenis.
En el siguiente concurso no participarían los capitanes, este se trataba de una serie de preguntas, similar a esos juegos baratos de televisión, podían ser de matemáticas, español, y navidad como era de esperarse a nuestros organizadores no les daba para mas en eso de la creatividad.
Y por ultimo y no menos importante “pelea de capitanes” yo aun tenia esa idea que a los lideres de equipos no les tocaba hacer cosas humillantes, pero para alguien como yo, lo común resulta ser lo mas difícil de conseguir, esta pelea era eso, una pelea, claro con una peculiar chispa de fracaso, como en este árido lugar donde yo pasaba mis días no nevaba nunca, este acontecimiento fue la inspiración para este desafío, una enorme pila de nieve visible desde las aulas nos esperaba a Alberto y a mi, nosotros teníamos que buscar entre la nieve pequeños regalos de navidad quien encontrara 3 o uno dorado ganaría.
Me encontraba en ese estado de autismo, como cuando recibes un golpe y buscas a su causante, no tenia ni la mas minima oportunidad de ganarle a Alberto, los dos primeros juegos nos habían hecho llegar a un punto medio, a un empate, el primer concurso lo perdimos gracias a mi, como era de esperarse, presione demasiado la esfera que se rompió en mis manos causando varias cortadura superficiales, fui a la enfermería por eso, pero no me daría por vencida, el segundo juego lo ganamos gracias a Eliza que aparentemente lo sabia todo, la abrase con fuerza cuando nos proclamaron ganadoras.
De un momento a otro ya era mi turno de dar por terminado este Rally, Camil anuncio el inicio de el ultimo desafío, el que decidiría quien ganaba, rápidamente comencé a buscar entre la nieve, manchas de sangre comenzaban a verse en e vendaje de mis manos al igual que en la nieve, Alberto lanzaba nieve contra mi, de pronto dos pequeños regalitos estaban en mis manos, los apretaba con fuerza, la esperanza volvía a mi seguí buscando, en la nieve, se formaba una pequeña casita debido a nuestra excavación, escuchaba los gritos de apoyo de la chicas a lo lejos o al menos esa impresión me daba, tome un gran puñado de nieve y el regalito dorado brillaba, lance la nieve a mis espaldas y me apresure a tomarlo, el olor de la victoria era casi tangible, pero la mano de mi contrincante toco al mismo tiempo ese símbolo de triunfo, los dos teníamos la victoria entre manos, solo teníamos que deshacernos de nuestro oponente, de un momento a otro nos encontrábamos hincados frente a frente, sin decir ni una sola palabra.
-Sabes que podemos hacer esto fácil- decía con miel en la voz Alberto
-Que, vas a golpearme- intente decir con sarcasmo pero mi voz sonaba entrecortada debido al
esfuerzo y al dolor de mis manos sangrantes.
Se podía ver el debate interno en Alberto, ninguno nos daríamos por vencidos, así que allí estábamos, inmóviles sin saber que hacer.
-Te propongo algo, yo te doy el obsequio y seré tu acompañante el día del baile- ofertaba Alberto, aunque eso significara su derrota.
La confusión se apodero de mi seguida de un sentimiento que hacia ya bastante tiempo que no me provocaba Alberto, furia.
-No- dije secamente
Una de sus manos se deslizo a mi rostro, me provoco un escalofrío.
-Suéltame- le ordene
-No, deseo hacerlo- me indico mi momentáneo nemesis
Su rostro se acercaba lentamente al mío, casi lo podía sentir, sus labios carnosos contra los míos, pero a cambio de que, eso era de lo que mi amigo se valía para ganar, jugando conmigo, yo valía para el dos entradas a un estupido baile, su fresco aliento chocaba contra los relieves de mi cara, pero una pequeñita voz en mi decía, ¿harás esto?, ¿lo que necesitas?.
Mis manos soltaron el obsequio y se dirigieron ambiciosas y decididas a su cuello con la intención de abrazarlo y acercarlo a mi, pero mi sentido que aun era mas grande que mi deseo, se alejo, apoye las manos en la nieve para levantarme dejando un pequeño rastro de sangre, mi mirada fue fría y llena de confusión y dolor, no podía entender como nuestra amistad se reducía a ganar un juego, el me observo desorbitado, le fruncí el seño y eche a caminar con las manos en alto señal de mi derrota, los chicos de la escuela se pavoneaban de gusto, camine rápido, recogí mi bolso y tome mi chaleco, podía escuchar en el altavoz, como se anunciaba la victoria de los “doctus j.k” los ojos me picaban, las manos me dolían, y mis rodillas estaban acalambradas por el frío, ya que estuve demasiado tiempo arrodillada, en mi pantalón se habían dibujado dos grandes óvalos en la parte de enfrente, repletos de agua helada, salí de la escuela lo mas rápido que pude.
Celeste había tratado de interrogarme, pero creo que mi aspecto era fatal ya que no insistió en conseguir respuestas, en realidad sentía una gran desilusión, mi mejor amigo estaba dispuesto a hacer lo que fuera para ganar incluso lastimarme de esa manera, crear en mi falsas esperanzas, no es que yo quisiera eso en realidad no lo necesitaba, mas sin embargo, me seguía importando.
-Hope, espera- gritaba una voz familiar.